5.30.2008

EL ENCANTO DEL FRACASO



Nada es más placentero para las grandes masas que ver a un ser “exitoso” convertido en simple mortal, ridiculizado y vulnerable. Nada reviste mayor sensación de triunfo, de reivindicación para la propia sensación de vacío y de inutilidad.
Hace no mucho tiempo, Britney Spears era venerada por multitud de seguidores en todo el mundo que, ajenos a la evidente prefabricación de su figura, a la carencia de talentos virtuosos y de originalidad, la consideraban una princesa: la “Princesa del Pop”.
No es que fuera una gran bailarina, ni que poseyera la voz más refinada del medio; tampoco se le podría considerar propiamente una artista, pues dudo que siquiera participara en la creación de sus coreografías: para todos esos menesteres ha contado siempre con un amplio equipo de trabajo.
En cuanto a su belleza, Britney posee un rostro extraño pero, extrañamente, también ordinario. El paso de la ciencia por su rostro es evidente. Sus formas redondeadas y exuberantes, en cambio, siempre me llamaron la atención, aunque, para ser francos, la he considerado vulgar desde siempre.
Ahora, de alguna manera, el mundo entero ha hecho escarnio de la figura de Britney: primero, por sus escándalos de drogas, alcohol y alocada vida de súper estrella en las calles de Los Ángeles; luego, por su terrible regreso a los escenarios, en la entrega de premios MTV.
La Britney que apareció la otra noche tiene una imagen menos jovial que la anterior, sí, y su figura, definitivamente, es menos esbelta; pero, ¿es tan diferente esta Britney de la anterior? Sus críticos la hacen pedazos por atreverse a salir al escenario medio desnuda sin tener ya un cuerpo perfecto. Los mismos críticos, en otros contextos, aplaudirían la lucha contra la anorexia y la bulimia (que la propia Britney admitió haber padecido, por cierto) en televisión.
También se dice de ella que hizo mal el playback: ¡qué absurdo! El problema no es que en una entrega importante de premios, que se ve en millones de hogares en el mundo, sea lo más normal que un “artista” finja que canta, sino que lo haga mal.
Nada es tan placentero como ver caer, a la condición de humano, a quien una vez fue considerado casi, casi un dios, una diosa, en este caso. ¿No es acaso nuestra sociedad hipócrita y autocomplaciente?
Lo hemos visto una y otra vez: fabricamos ídolos absurdos que no tienen mérito alguno y luego los hacemos pedazos, con regocijo, cuando su condición humana los coloca, como a todos, vulnerables, en el encrespado río de la vida.
A mí, en particular, la vulgar princesa pop me seduce más así: decadente, real, sacudida. ¿Y a ti?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El caso de Britney es uno de los mas sonados en mercadotecnia para artista, la verdad ella era mas mercadotecnia que talento y ha quedado demostrado con su vertiginosa decadencia. Ahora necesitan volver a meterle un buen equipo de Mercadotecnia.

Anónimo dijo...

Britney Spears es un claro ejemplo de como un RP mal manejado puede conllevar a que una persona tan famosa que hasta ya era considerada la princesa del pop.. como Britney Spears... pierda toda su fama y ya sea considerada como un chiste en el medio de la musica